¿Por qué es tan importante hablar de sexo o, mejor dicho, de sexualidad?
La sexualidad es una dimensión humana que se basa en el sexo, pero en ella se incluyen aspectos importantes como: género, identidad de género y sexo, orientación sexual, erotismo, la vinculación afectiva y el amor.
La sexualidad forma parte de la vida social de las personas y es el resultado de la interacción de factores biológicos, psicológicos, socioeconómicos, culturales, éticos y espirituales.
Cuando hablamos de sexualidad es muy importante tener en cuenta otro aspecto al que denominamos Salud Sexual. Y ¿qué es la salud sexual? Quizás lo has oído alguna vez, pero no te han explicado realmente de qué se trata. Pues bien, se considera salud sexual al estado de bienestar físico, psicológico e incluso sociocultural en todo lo que esté relacionado con la sexualidad.
La salud sexual se observa cuando nos expresamos de manera libre y responsable en nuestra capacidad sexual y genera un bienestar, enriqueciendo tanto nuestra vida como la de los demás. Por tanto, no se trata simplemente de la ausencia de disfunción o enfermedad.
Para que la salud sexual se logre es necesario que los derechos sexuales de las personas se reconozcan y se garanticen y la educación sexual es uno de estos derechos.
La educación sexual es un derecho recogido dentro de los Derechos Humanos. Sin embargo, no se tiene en cuenta lo suficiente en la escuela y en muchas ocasiones la educación sexual se basa únicamente en la educación para la Salud Reproductiva, es decir, prevención de embarazos no deseados y de Infecciones de transmisión sexual (ITS).
La educación sexual es mucho más.
La educación sexual debe formar parte de un proceso que comience en la infancia y se lleve a cabo durante toda la vida. Debe ser integral, basada en la evidencia científica y entendida como un trabajo para el bienestar, la libertad, el respeto, el amor y la autonomía con el objetivo de garantizar la igualdad, erradicar la violencia en las relaciones y el maltrato sexual, así como promover la no discriminación.
Se ha demostrado científicamente que la educación sexual permite no solo aumentar los conocimientos en este campo, sino que también mejoran la comunicación en el seno de la familia, ayudan a retrasar el inicio de las relaciones sexuales y favorecen la concienciación para el uso de anticonceptivos y preservativos, que permite disfrutar de una manera responsable.
Nuestra actitud individual hacia la sexualidad se va a ver influenciada por la actitud social y cultural ante la sexualidad, al mismo tiempo que nuestra propia experiencia, en la que los recuerdos y vivencias son relevantes desde la infancia. Todo ello va a condicionar cómo vivimos nosotros nuestra sexualidad y cómo de saludable es.
A pesar de vivir en el siglo XXI, siguen existiendo tabúes, y aunque es un aspecto clave en nuestras vidas, muchas personas se muestran reticentes a solicitar ayuda sobre asuntos sexuales a sus médicos por miedo o vergüenza. Esto hace que las estimaciones en cuanto a las personas con disfunciones sexuales sean desconocidas con exactitud, estimándose que entre un tercio y la mitad de las mujeres sufre una disfunción sexual como puede ser disminución del deseo, de la excitación, dolor con las relaciones o incapacidad para tener un orgasmo.
El hablar abiertamente de sexualidad en las consultas de ginecología aumenta el número de diagnóstico de problemas sexuales, sobre todo en postmenopáusicas, así como la capacidad de poder ser tratados. En un estudio multicéntrico realizado en España en 2017 determinaron que al preguntar en consulta si había algún problema sexual pasaba de un 12.1% de pacientes que refieren problemas sexuales sin que les preguntasen a un 48% una vez se les preguntaba.
Es por ello que en nuestras consultas nos gusta preguntar acerca de la sexualidad con mucha naturalidad, abordar temas que muchas veces hemos considerado tabúes, derribar los múltiples mitos que existen alrededor del sexo, facilitar educación sexual además de promover hábitos sexuales saludables adaptado a todas las edades.
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